Para los que no lo sepáis el próximo 2 de octubre comienza la sexta temporada de Dexter, ¿tanto hay que esperar para ver el primer capítulo cuando en la red ya lo han filtrado?, os digo esto porque para envidia de algunos yo ya no he esperado hasta ese día para poder ver a este "inocente" personaje haciendo de las suyas, no os contaré detalles de esta primera entrega pero os puedo asegurar que Dexter estará todo el tiempo ocupado intentando tomar la justicia por sus propias manos y tal vez la sexta temporada nos sorprenderá con algo celestial, una luz en la oscuridad, un llamado divino, o la búsqueda por encontrar el camino de la fe a pesar de sus impulsos más asesinos. Pero al fin al cabo será un poco más de lo mismo.
Y es aquí donde me cuestiono ¿porque me gusta tanto Dexter?, ya no es la serie en sí lo que me atrae, es al propio actor al que a lo largo de los años le he cogido un gran cariño. A Michael C. Hall, lo descubrí en esa serie de televisión tan entrañable y exitosa "A dos metros bajo tierra" su papel era totalmente diferente a Dexter, pero se asemejan un poco porque sus vidas están enfocadas a la muerte, uno porque trabaja en la funeraria familiar y el otro porque es un analista de patrones, un criminólogo forense, cuyo trabajo desgraciadamente, se requiere en la escena de un crimen, ahora bien, si en la primera el personaje era normal y sin instintos descarriados, Dexter tiene un “Pasajero Oscuro”, como a él le gusta llamarlo, que hace que realmente sea tan peculiar que no parezca humano o de carne y hueso, puede repartir donunts y sonrisas por la mañana a sus compañeros de trabajo, pero en la noche sus impulsos más oscuros lo transforman en un descuartizador de los mayores y más depravados criminales, eso sí, intenta seguir el “Código de Harry”, heredado de su padre, para que todo sea en nombre de la justicia, la justa venganza o la libertad de los oprimidos, una excusa perfecta para sacar su verdadera naturaleza a la luz y es que realmente muchas veces la justicia es secundaría y lo que está en primer plano es su deseo incontenible de matar para acallar a tan terrible ocupante al que sólo puede acallar con un meticuloso y estricto acto de venganza sangrienta, planificada y realizada con todo lujo de detalles y premeditación.
¿Quién de nosotros no nos identificamos un poco con él?, ¿quién de nosotros aparentamos lo que no somos?, ¿quién de nosotros no tenemos un lado oscuro?, ¿quién de nosotros no escondemos lo que somos en realidad?, ¿quién de nosotros no fingimos alguna vez una sonrisa?.
Últimamente soy fan de las series de televisión tanto americanas como inglesas y he llegado a la conclusión de que este es un buen medio de entretenimiento nocturno, una buena forma de desconectar después de un largo día de trabajo, de obligaciones y sinsabores. Cuando los peques están ya en sus camitas qué mejor que encender la tele y disfrutar de estas series que considero realmente como “EL NUEVO CINE” ya que realmente creo son dignas de medirse con la Gran Pantalla tanto por ideas, como por actores y con los medios y recursos con los que cuentan. Si nuestras abuelas estaban enganchadas a las Radionovelas, ahora sus nietas, lo estamos de este cine por entregas que nos mantiene con ganas de más semana tras semana.
Y es que sentir la voz en off de DEXTER, en cada capítulo, justificando lo que hace o explicando cómo se siente de verdad por dentro, es algo, que puede producir el mismo poder adictivo que los folletines más famosos de antaño...si veis este primer capítulo, lo entenderéis y es que hay un momento glorioso en el que esa voz está fluyendo para poner objeciones cuando él mismo se interrumpe y se manda callar, diciéndose a sí mismo, Dexter, cállate y disfruta...realmente creo, que hay momentos en los que los guionistas nos hacen un guiño a la audiencia trascendiendo más allá de la serie, el personaje y el momento concreto, para ir más lejos, para tocarnos una fibra personal e íntima, es por eso y por muchas cosas, por las que Dexter no me cansa a pesar de que es una de esas series en las que se cumple el principio de todo cambia, para que nadie cambie.
